Los biocombustibles son cualquier tipo de combustible que derive de la biomasa, la cual son los organismos recientemente vivos o sus desechos metabólicos, tales como el estiércol de la vaca.
El bioetanol, también llamado etanol de biomasa, se obtiene a partir de maíz, sorgo, caña de azúcar, remolacha o de algunos cereales como trigo o cebada. Brasil es el principal productor de bioetanol (45% de la producción mundial), Estados Unidos representa el 34%, China el 6%, la Unión Europea el 3%, India el 1% y otros países el restante 1%.
El biodiésel, se fabrica a partir de aceites vegetales, que pueden ser ya usados o sin usar.[1] En este último caso se suele usar raps, canola, soja o jatrofa, los cuales son cultivados para este propósito. El principal productor de biodiésel en el mundo es Alemania, que concentra el 63% de la producción. Le sigue Francia con el 17%, Estados Unidos con el 10%, Italia con el 7% y Austria con el 3%.
Diversas fuentes los culpan de destruir ecosistemas, incrementar las desigualdades sociales o aumentar los precios de los alimentos básicos.
Los biocombustibles, derivados de materiales tan diversos como los cereales o los aceites desechados, apenas representan hoy día el 0,5% de los combustibles consumidos por el transporte por carretera. Pero esta situación puede cambiar en breve, ya que presentados como una alternativa ecológica a los combustibles fósiles, la Unión Europea pretende multiplicar por 10 el consumo actual de biocarburantes (bioetanol y biodiesel) para 2010, y por 20 para 2020. Estados Unidos, basándose en el bioetanol a partir del maíz, se ha propuesto el objetivo del 10% para el 2015. Por su parte, Brasil asegura autoabastecer sus necesidades de combustible gracias a ellos. Sin embargo, cada vez más científicos, ecologistas o agricultores levantan su voz contra su actual modelo de desarrollo. La destrucción de los ecosistemas, el aumento de las desigualdades sociales o el alza de los precios de los alimentos básicos son algunas de sus críticas.
Los biocombustibles, derivados de materiales tan diversos como los cereales o los aceites desechados, apenas representan hoy día el 0,5% de los combustibles consumidos por el transporte por carretera. Pero esta situación puede cambiar en breve, ya que presentados como una alternativa ecológica a los combustibles fósiles, la Unión Europea pretende multiplicar por 10 el consumo actual de biocarburantes (bioetanol y biodiesel) para 2010, y por 20 para 2020. Estados Unidos, basándose en el bioetanol a partir del maíz, se ha propuesto el objetivo del 10% para el 2015. Por su parte, Brasil asegura autoabastecer sus necesidades de combustible gracias a ellos. Sin embargo, cada vez más científicos, ecologistas o agricultores levantan su voz contra su actual modelo de desarrollo. La destrucción de los ecosistemas, el aumento de las desigualdades sociales o el alza de los precios de los alimentos básicos son algunas de sus críticas.
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